El microscopio de laboratorio se compone básicamente de un tubo que conecta dos piezas ópticas: la superior es el ocular y la inferior el objetivo. Incorpora un sistema de iluminación ajustable, así como la platina y el soporte para sujetar el tubo ocular y el cabezal de objetivos. La iluminación, fundamental en cualquier microscopio óptico, la proporciona una lámpara incorporada en el soporte del equipo, y se puede ajustar la luz de enfoque mediante un iris colocado delante del cabezal (sistema para el intercambio de lentes cerca de la lámpara).
El condensador del microscopio es un sistema de lentes o espejos que concentra los rayos de luz sobre el objeto a observar, proporcionando una visualización clara y precisa. El objetivo del microscopio óptico compuesto genera una imagen intermedia del objeto real con un aumento de entre 20–160×, que luego puede ser ampliada aún más por el ocular.
Para observaciones con ambos ojos, el usuario puede optar por un microscopio binocular de laboratorio, ideal para sesiones prolongadas. Según el tipo de iluminación, se distingue entre el microscopio de campo claro (o trasluz), adecuado para muestras finas y transparentes, y el microscopio de luz incidente, que permite examinar la superficie de cuerpos opacos. Nuestro catálogo incluye una amplia variedad de microscopios para laboratorio, investigación, educación, taller e incluso para aficionados.
Además, algunos modelos permiten la conexión vía USB a ordenadores de sobremesa o portátiles. Esta funcionalidad es ideal para documentar análisis o presentar observaciones en tiempo real mediante videoproyector. También puede modernizar su microscopio de sobremesa mediante un adaptador electrónico que se conecta al ocular, lo que permite transmitir la imagen del objeto directamente al ordenador, alcanzando un nivel técnico avanzado y profesional.